A la luz de una revisión del lenguaje... Accelerator
A la luz de una revisión del lenguaje…
Tercera vez. Creo que no exagero.
En el esmalte de una muralla se forma, parsimoniosamente, un rectángulo (telas líneas) concentrado: prados geométricos, cúpulas… incluso un traqueteo de muy fermosas, se maravillan, hojas de laterales curvas, en los dedos carcomidos por piedrecillas, cincelados. El sol ilumina los brochazos de azulgris hacinado en el cielo. Un amarillo canario, un machucado mostaza repliega los bulbos vitrales: hay un lecho cifrado, estanque de grandes capas. Allá arriba. Alrededor de tus manos. Como hilos de agua. Cientos de pajarillos abrillantados por el semidesnudo cielo en el balancín: tus manos: adorando el blanquísimo, bordeando sus líneas, lo pulido de la comisura –¡ay, espinas!–. ¿Pero… en la comisura del blanco? el talle del blanco?… o la carcajada: que se apoya, tan bella, con hileras y una lengua, toda resplandeciendo, un poco morada (es el vino), deletreando. ¿Y qué importa si es una frase repetida?, el arado de un arabesco puro que me tintinea entre los dedos y me provoca escribir, alzar vuelo, cantarte, como un pájaro chiquito, los perforado polígonos paralelos al oscurantismo del vacío, y temblar a tu lado, entregar mi cuerpo… Hay amor… A la Liturgia… ¡Ay, amor!… Entregártelo?… ¿Qué enmarcan tus espacios no-reales? ¿agolpan eso que ha quedado, lo borrado por la lluvia, lo plegable (como ofrenda) a una Deidad Irritada, no alineada, hay que arder?… Eso es menos mareante… Protege y fortaleza, respuesta deseada… La angustia es otro soporte. Ser vulnerable es concéntrico pero hay más… Recitar las hojas marchitadas, desplazarlas, hundirles un puñal. Revisarlas. Desfigurar la Historia creándonos Una con la técnica del asombro y franjas en el costado izquierdo, y en el derecho una sustracción. Y me doy vueltas, y toda esta puesta en escena, todo este llenado de palabras sólo es para decir, en desorden, que te amo. Llenar de azafrán y flores –estas letras– desparramarlas, haciéndolas girar… en volutas, que embisten, terminando ardiendo, y que al final quede un esquema en las cenizas (lo último) plateado o dorado, rojo –si quisieras–, señalando la musiquilla, lo difícil que se me ha hecho ornar la extremidad entera, anonadado, del irrefrenable deseo de amarte, no es un sinsentido. quitar el silencio…