Al escribir no puedo fabricar como en la pintura, cuando fabrico artesanalmente un color. Pero estoy intentando escribirte con todo el cuerpo, enviarte una flecha que se hinque en el punto tierno y neurálgico de la palabra. Mi cuerpo incógnito te dice: dinosaurios, ictiosauros y plesiosauros, con un sentido tan sólo auditivo, sin que por eso se conviertan en paja seca, sino húmeda. No pinto ideas,
El amateur, el aficionado, no se define forzosamente por un saber menor, por una técnica imperfecta (en este caso Réquichot no lo sería), sino más bien por lo siguiente: es el que no muestra, el que no se hace oír. El sentido de esta ocultación es el siguiente: el aficionado no pretende producir otra cosa que su propio placer (lo cual no impide que este placer llegue, por añadidura, a ser también
Es en la creación, en el «punto de su génesis» y no en la obra cuando creación y recreación (o descreación, como quizá debería decirse) coinciden perfectamente. En las lecciones y en los apuntes de Klee, la idea de que esencialmente sea «no la forma, sino la formación (Gestaltung)», se repite continuamente. Nunca es necesario «dejar que escapen de la mano las riendas de la formación, cesar el trab
Oracular, la palabra poética envuelve en los jubones del misterio una fragancia hermética. Sábese que la poesía no es comunicación: busca el salto de la aliteración o de la metáfora la reverberación intensiva de sones y colores, susurros e ideas. Las idas de la idea como caballitos de mar por la piel dulce. Después, algo hay de arcada o de gemido —de cora, dijo Kristeva hablando de Artaud— en la i
El día que, según el Diario personal que a lo largo de muchos años he llevado para testimoniar los avances de mi escritura, pero también las ideas complementarias que la fundamentan, fue concluido Splendor es el 22/4/1982, y la puntuación de sus últimas correcciones el 7/10/1985. El libro, como sabe el lector, esperó todavía algunos años y se fue publicando por partes antes de ser publicado en su
Mi «literatura» comenzó el día que nací, o a los cuatro años, cuando ambulaba por el ahora mítico jardín y de pronto, quedé en otra dimensión. Tal vez una mañana amanecí así. Con dos alas largas en rosa incendiado. Quiero decir que sin dolor ni alegría, sino con total naturalidad, acusé el cambio. Alicia se fue a la subtierra o al espejo, pero regresó. A mí me fue imposible. Soy una «visitada». El
El tamaño de un poema, hasta donde está lleno de poiesis, hasta donde su extensión es un dominio propio, es una resistencia tan compleja como la discontinuidad inicial de la muerte. Es decir, no hay el poema propio, sino una sustancia que de pronto invade constituyendo el cuerpo o la desazón sin ventura. La forma en que hay que tocarla o respetarla, abandonarla o poseerla, descarga en lo inmedi
Pecado de la juventud sería decir que existe algo nuevo, peor aún, que lo inventamos nosotros. Que el verso está mal, que la prosa esta mal y que nosotros, con nuestro nuevo aparato mental, traemos servido el pan en agua a la boca del resto de nuestra generación. Demasiado suave es esa cuchara. Una tentación demasiado antigua y honda, aquella que nos inclina hacia el placer del llamamiento, la pro